La nutrición es el proceso mediante el cual el organismo utiliza el alimento, tiene como finalidad atender a las tres premisas fundamentales del metabolismo:
• Mantener la salud y la vida.
• Conseguir el crecimiento individual.
• Permitir su reproducción.

Cuando una alimentación está mal balanceada o es deficiente, el organismo sufre en el periodo inicial una serie de alteraciones metabólicas, bioquímicas y fisiológicas que pueden contribuir a disminuir su rendimiento y adaptación al entrenamiento. Su progresión en el tiempo da lugar a cambios patológicos, como pueden ser la fatiga crónica o sobreentrenamiento.

En general no hay que realizar una alimentación especial para realizar el deporte, siempre y cuando se hagan comidas racionalmente equilibradas con relación al esfuerzo que se realiza, para lo cual, es preciso valorar las necesidades alimenticias del deportista en relación con las diferentes fases que se consideran en la práctica deportiva: entrenamiento, competición y recuperación.

A estas edades, los jóvenes están consolidando su personalidad, lo que también puede influir en sus gustos o rechazos de lo que podríamos denominar "disciplina nutricional". La calidad nutricional viene condicionada por los porcentajes de los tres nutrientes energéticos y por ello se mide en el aporte calórico que diariamente deben proporcionar:

• Proteínas: Son los "bloques" de nuestro cuerpo, necesarios para el crecimiento y la restauración de células dañadas. Ayudan a combatir infecciones. Las mayores fuentes de proteínas son: (carne, pescado, huevos, leche, legumbres, cereales, etc.)
• Carbohidratos: deben ser los componentes mayoritarios en la dieta, hasta casi constituir dos tercios de la misma. (pan, cereales, pasta, arroz, fruta..)
• Grasas: La palabra grasa es a menudo utilizada para describir exceso de peso, o sea gordura. Sin embargo las grasas son absolutamente necesarias en nuestro organismo, aunque si se acumulan en exceso, pueden provocar obesidad: (aceite, mantequilla, frutos secos, tocino, bollería industrial, etc.).

La correcta reposición de carbohidratos, es fundamental para que el deportista pueda disponer de esa energía "súper" en cualquier momento. Esto condiciona que los porcentajes idóneos en la dieta diaria del joven deportista sea la siguiente: Carbohidratos entre el 55-60%, proteínas entre el 12 y el 18% y grasas no más de un 25%.

Como es normal hay que asistir a los entrenamientos, partidos o competición, con la digestión bien hecha. Ello condiciona ese reparto de comidas, que en el caso de los jóvenes, deberá de tener en cuenta que su sistema gastro-intestinal no acepta comidas tan copiosas como en una persona adulta y habrá que repartirlas en un mayor número de tomas. Un joven debe de realizar cinco ingestas al día: (desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena).

El agua es esencial para la salud, requiere al menos tanta atención como el consumo de carbohidratos. Desafortunadamente, es un error común relacionar la sensación de sed con una señal para beber. Los jóvenes sólo la suelen beber cuando tienen sed. Los deportistas deben preocuparse de beber antes de que empiecen a sentirse sedientos. Hay que estar siempre perfectamente hidratados, para conservar todas nuestras capacidades funcionales con posibilidad de rendir al máximo.

Muchos entrenadores animan a los niños y niñas deportistas a tomar suplementos de vitaminas y minerales para que mejoren su rendimiento. No está comprobado que estos aportes sean beneficiosos. Una dieta variada, con abundancia de frutas y verduras, debe suministrarle todo lo que necesitan. No es necesario utilizar otros suplementos nutricionales, salvo que el médico lo vea conveniente.

Es fundamental comer una gran variedad de alimentos, no sólo para poder hacer más apetecibles las comidas, sino para asegurar una correcta reposición de los nutrientes necesarios.

Los jóvenes son a veces muy caprichosos con la comida y nos dicen que no les gustan determinados alimentos. Es fundamental educarles en que en la variedad no sólo está el gusto, sino la salud.

Como pautas generales, el desayuno (la comida más importante del día y la más descuidada) debe constituir alrededor del 25% del total calórico diario. Puede ser a base de leche con gofio, cereales, pan, yogurt o queso fresco, fruta o jugos. En las comidas entre horas, mejor comer fruta, yogurt o bocadillo de queso o jamón que bollería industrial. La comida, siempre con un primer plato de verdura, legumbres, arroz o pasta y un segundo de carne o pescado o huevos. La cena en el mismo sentido, pero alternando los contenidos del mediodía. De postre, mejor fruta, yogurt, cuajada o algún día helado. En celebraciones especiales, postres de cocina. Siempre beber mucho agua, aunque no se tenga sed.

¡Recuerda que si te alimentas mal, le estás dando ventaja al contrario! (Dr. Javier Glez.)

 

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